27 de Octubre de 2020
La elección entre las personas o la economía se ha convertido en un tema persistente en los debates políticos mientras el mundo lidia con la pandemia de COVID-19. Los políticos del Reino Unido están rechazando un plan de comidas escolares gratuitas porque “destruiría” la economía y aumentaría la “dependencia”. El presidente sudafricano citó los «desafíos fiscales» como «dictando» la capacidad del gobierno para extender su subvención de apoyo a los ingresos COVID-19. El Vicepresidente colombiano ha dicho que ningún Estado puede permitirse cubrir las necesidades básicas de las personas. Estas falsas dicotomías de «personas contra economía» pasan por alto una verdad fundamental: las personas son la economía. No hay economía sana sin una población sana en la que todos puedan disfrutar de sus derechos socioeconómicos, como la vivienda, la alimentación, la educación y el trabajo decente. También destacan la injusticia fundamental en el centro de nuestro modelo económico actual, un modelo que resulta en escasez y precariedad para la mayoría, y riqueza y privilegios inimaginables para unos pocos. En todos los países, movimientos y visiones del mundo, la gente clama por repensar cómo deben funcionar nuestras economías y a quién deben servir.
Para avanzar en este debate, el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CESR) y Christian Aid están lanzando una nueva publicación:
Una economía basada en los derechos: anteponiendo a las personas y al planeta. Hace una pregunta radical: ¿cómo sería si tuviéramos una economía basada en los derechos humanos? Tradicionalmente no se ha hablado de los derechos humanos y la economía en la misma frase. Lentamente, esto está cambiando. Cada vez más voces, incluidos movimientos sociales y políticos progresistas, están haciendo estos vínculos. Cada vez más, aquellos en el movimiento de derechos humanos, desde expertos de la ONU hasta organizaciones de base, están comenzando a cuestionar los sistemas y políticas económicas. Sin duda, el sistema económico neoliberal que se ha calcificado durante los últimos 40 años ha causado un daño incalculable a los derechos de millones. Incluso antes de la pandemia de COVID-19, el hambre iba en aumento, la brecha entre ricos y pobres había aumentado a extremos sin precedentes y millones de personas vivían en la pobreza extrema.
Cada vez es más evidente que el disfrute de los derechos humanos no puede aislarse de la economía. La pobreza y la desigualdad son el producto de decisiones de política económica tomadas por poderosas élites y corporaciones. Incluso ahora, las organizaciones de derechos humanos tienden a centrarse en los efectos posteriores de las malas políticas decididas en espacios restringidos de toma de decisiones donde dominan las ortodoxias económicas. Muy rara vez se utilizan los derechos para construir una visión positiva y concreta sobre cómo dar forma a esas políticas en la etapa inicial. Este informe busca romper decisivamente ese molde. Creemos que los derechos humanos enriquecen nuestra visión de la justicia económica. Proporcionan un marco ampliamente aceptado de valores éticos y obligaciones legales que deben sustentar nuestras economías; valores como la dignidad, la solidaridad y la equidad.
Es importante destacar que este marco se basa en una comprensión holística del bienestar humano. El informe define una economía basada en los derechos como aquella que garantizaría las condiciones materiales, sociales y ambientales necesarias para que todas las personas vivan con dignidad en un planeta floreciente. Esboza algunos de los pasos que se necesitarían para llegar allí, desde políticas concretas hasta cambios sistémicos. El informe cuestiona varias nociones arraigadas sobre los derechos humanos: que son irrevocablemente individualistas, que son neutrales en cuanto a cómo se deben redistribuir los recursos, que no tienen un potencial radical. Al hacerlo, construye una visión de cómo una comprensión progresiva de los derechos humanos puede iluminar las opciones de política económica. También ofrece una vista panorámica de las diferentes mentalidades, modelos y medidas necesarias para realizar esa visión. Las políticas concretas, diseñadas e implementadas con consideraciones de derechos humanos en la vanguardia, proporcionarán pasos decisivos en este viaje. Estos incluyen la tributación robusta de la riqueza; sistemas de protección social universales e integrales; recuperar los servicios públicos; y reformar y regular las corporaciones. Pero es igualmente vital perseguir cambios más sísmicos en cómo se confiere el poder y qué producimos, distribuimos, consumimos y valoramos.
Por ejemplo: el cuidado debe ser reconocido como el eje de nuestras sociedades y economías, y debe ser valorado y apoyado como tal. Se requeriría que las corporaciones prioricen los intereses de sus trabajadores y la salud del planeta por encima de llenar los bolsillos de sus accionistas. El respeto por los límites planetarios debería guiar toda la toma de decisiones económicas y las acciones decisivas que se emprendan para prevenir una catástrofe climática mayor. El informe muestra cómo los derechos humanos no solo pueden informar esta nueva visión de la justicia económica, sino también guiarnos en nuestro camino para lograrla. Este informe marca un primer paso crucial en el marco del objetivo principal de la nueva estrategia de tres años de CESR: visualizar una economía basada en los derechos y catalizar la acción para hacer realidad esta visión. Vemos esto como un proceso colectivo, colaborativo e iterativo. Por lo tanto, este informe presenta algunas ideas iniciales de cuáles podrían ser las características, valores y componentes clave de una economía basada en los derechos. Aún queda más por desarrollar y refinar; repensar y reimaginar.
Para construir un plan más completo para una economía basada en los derechos, creemos que es crucial ir más allá del movimiento tradicional de derechos humanos. Nuestros aliados en los movimientos por los derechos laborales, la justicia ambiental, la justicia racial, la justicia económica, la responsabilidad corporativa y más allá tienen visiones aliadas de las que queremos aprender, aprovechar y alimentar. Esta es precisamente la razón por la que decidimos co-publicar este primer informe con Christian Aid, una organización internacional que trabaja por la justicia económica en todo el mundo. ¡Nos encantaría que se uniera a nosotros en este viaje! No dude en comunicarse en Twitter, Facebook o por correo electrónico con sus comentarios e ideas.
Reportaje completo:
Una economía basada en derechos. Poniendo a las personas y el planeta primero.
Visualizando de una economía basada en los derechos: estrategia 2020-2023 de CESR




